¿Qué se sabe sobre la vida personal de esta figura histórica? ¿Cómo pasaba su tiempo libre?
Stalin fue aficionado a la lectura desde muy joven gracias a sus padres. Esta pasión le acompañó a lo largo de toda su vida. Se dice que tenía unos 40.000 libros, de los cuales 10.000 se encontraban en su residencia personal de Kúntsevo, en las afueras de Moscú. Era un lector rápido, y a menudo tomaba muchas notas en los márgenes. En su adolescencia también escribía poemas, pero apenas le fue quedando tiempo a medida que su carrera se desarrollaba.
A Stalin le gustaba hacer una pausa en el trabajo y visitar el Teatro Bolshói para ver alguna ópera o ir a su sala de cine personal en el Kremlin. Como explicamos anteriormente, el mandatario soviético adoraba el cine y a menudo invitaba a compañeros del Partido a proyecciones privadas. En realidad fue como una especie de superdistribuidor de películas extranjeras para la industria cinematográfica soviética (aunque muchas de estas películas nunca salieron de la sala). El dictador mismo nombraba y despedía a los peces gordos del cine, supervisaba personalmente la creación de películas “importantes”, leía los guiones y veía todas las imágenes.
Se cree que una de sus películas soviéticas favoritas fue Volga-Volga (1938), una comedia musical dirigida por Grigori Aleksandrov, que cuenta la historia de un grupo de intérpretes aficionados que se dirigen a Moscú para participar en un concurso. Algunos dicen que Stalin se sabía de memoria todos los diálogos y canciones.
Era un gran aficionado de las grandes reuniones con mucha variedad de platos, principalmente de cocina europea, rusa y georgiana. Le gustaban las cenas estilo buffet, con pan casero, bebidas, entrantes, ensaladas, sopas y platos calientes. El personal servía la comida y luego salía de la sala. Stalin y sus invitados se servían ellos mismos. Estas cenas podían durar seis horas o más.
Al parecer Stalin tenía tres chefs en su finca, con uno extra en el Kremlin, si era necesario. No le gustaba la comida enlatada y en su finca tenía una piscina especial con peces vivos. Además contaba con una instalación para la elaboración de vinos e incluso cocinaba ocasionalmente, el shashlik era una de sus especialidades.
Muchos de los contemporáneos de Stalin recuerdan que tenía un extraño sentido del humor. Sus chistes eran, en ocasiones, bastante vulgares e insultantes. Tampoco perdía nunca la oportunidad de bromear y burlarse de sus invitados, colegas o incluso del personal de la casa. Por ejemplo, para despejar su mente de asuntos de Estado, a menudo hablaba con sus guardias de seguridad y les preguntaba cuántos grados creían que había fuera. Los guardias y Stalin compartían sus estimaciones y luego comprobaban la temperatura real. Stalin repetía lo mismo con sus invitados durante las grandes cenas y les obligaba a beber en tragos de vodka la cantidad de grados que hacía en la calle.
Una de las actividades favoritas de Stalin era jugar al billar. Lo hacía bien y no le gustaba que alguien perdiera con él a propósito. Tenía una tradición especial: los que perdían tenían que meterse debajo de la mesa de billar... Nikita Jrushchov era uno de los habituales.
Otro juego que le gustaba mucho era el “gorodki”, un juego en el que los jugadores intentan derribar una construcción de madera lanzando palos. El constructor de aviones Serguéi Ilyushin recordaba en sus memorias que fue invitado a la finca de Stalin para participar en una discusión y cuando esta se estancó el mandatario decidió hacer un descanso. “Stalin escuchó, sin pronunciar una palabra. Durante casi una hora. Al comprender que no había solución, detuvo la discusión y propuso ‘ir a jugar al gorodki’. Todos estuvieron de acuerdo de buena gana y durante cuatro horas hubo un enorme alboroto en la cancha de gorodki. Stalin era un jugador entusiasta, hábilmente derribaba las piezas, se burlaba de los perdedores...".
También tendía a pasar mucho tiempo al aire libre. En invierno lo hacía en su terraza abierta, mientras que en verano iba al parque. Se ocupaba de sus tareas diarias, como firmar decretos oficiales o listas de ejecución, en un ambiente de calma y tranquilidad...
Además, participaba activamente en la gestión diaria de su finca: decía dónde construir un parterre o un sendero, seguía las últimas noticias agrícolas y experimentaba con la plantación de diversas verduras y frutas. En otoño de 1948 algunas tiendas de Moscú comenzaron a vender sandías, resultó que provenían de la finca de Stalin, que produjo 8 toneladas ese año.
Estos son algunos chistes de la época Stalin por los que encarcelaban a gente.
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