Durante siglos, los cosacos fueron tanto una bendición como una pesadilla para los gobernantes de Rusia. A cambio de una autonomía limitada, su “estado militar” (según la terminología de la época), formado como resultado de la mezcla de diferentes grupos étnicos, protegía las fronteras del estado ruso contra las incursiones extranjeras.
Siendo excelentes jinetes, aterrorizaban al enemigo en el campo de batalla, dispersaban eficientemente a los manifestantes de las plazas de las ciudades y servían en la guardia personal del zar. Sin embargo, los cosacos, amantes de la libertad eran muy susceptibles a cualquier violación de sus derechos y su forma de vida, por lo que el gobierno siempre necesitaba aplicar un enfoque especial en su trato con ellos.
El colapso del imperio Ruso y la Guerra Civil dividieron a los cosacos en dos bandos, enfrentándolos en el frente de guerra. Hubo numerosos enfrentamientos violentos, librados entre los cosacos rojos y sus hermanos blancos, en las vastas extensiones del sur de Rusia.
Sin embargo, la brutal “descosacotización” y la redistribución de la tierra llevada a cabo por los bolcheviques obligó a la mayoría de los cosacos a ponerse del lado del movimiento blanco. Después de la victoria de los Rojos, el gobierno soviético se preparó para ajustar cuentas. Su política tomó la dirección de borrar la palabra “cosaco” del idioma ruso. Perdieron su autogobierno y fueron sometidos a represión y al reasentamiento forzoso. Como representantes de las "clases explotadoras", perdieron el derecho a servir en el Ejército Rojo (con la excepción de los cosacos rojos, claro).
“¡Por la Madre Patria, por Stalin!”
El empeoramiento de la situación internacional y la inminente guerra a finales de los años 30 obligó a los dirigentes soviéticos a revisar su política en relación con los cosacos. Se lanzó una campaña pro-cosacos con el objetivo de hacer de ellos un pilar del régimen. La actitud del Estado hacia ellos se descongeló repentinamente y se comenzó a apoyar el resurgimiento de las costumbres y tradiciones cosacas, alentándolos a participar activamente en la vida social y económica del país.
El cambio más importante fue el levantamiento, en 1936, de la prohibición de que los cosacos sirvieran en el Ejército Rojo. Algunas unidades de caballería fueron renombradas como cosacas. Además, se crearon divisiones y cuerpos cosacos desde cero, en los que se permitía a los soldados llevar ropa tradicional. Al año siguiente, los cosacos participaron en un desfile en la Plaza Roja con el uniforme completo.
Divisiones de caballería cosaca participaron en todas las grandes batallas de la Segunda Guerra Mundial en Europa del Este. Los jinetes, armados con sables y rifles, fueron reforzados por cañones de 45mm y 76mm de otras unidades. Como no podían luchar en igualdad de condiciones contra los tanques alemanes, fueron utilizados para realizar contraataques, avances e incursiones relámpago, cuando la necesidad de velocidad sobre terreno accidentado estaba a la orden del día. En 1943, la capacidad de combate del cuerpo de caballería se reforzó significativamente cuando recibieron apoyo de artillería anti-tanque y defensa aérea.
Por su heroísmo, a las unidades de cosacos se les asignó el estatus de “guardias” en varias ocasiones. Por ejemplo, la 3ª División de Caballería de la Guardia, compuesta en gran parte por cosacos del Kubán, se convirtió en una de las formaciones más famosas del Ejército Rojo. De julio de 1941 a mayo de 1945, cruzó 12.700 km a través de la URSS, Polonia y Alemania, enfrentándose al enemigo en el camino, y participó en las batallas de Moscú, Varsovia y Berlín.
Sin embargo, no todos los cosacos que combatieron en la Gran Guerra Patria eran verdaderos caballeros. Por ejemplo, la 9ª División de Krasnodar Plastun [Infantería] luchó a pie y fueron apodados “los asesinos de Stalin” por los alemanes por su valor suicida. Los cosacos también vieron nacer entre ellos al mejor as de tanquista soviéticos, Dmitri Lavrinenko (52 victorias), así como al diseñador de armas pequeñas Fiódor Tokarev, creador de la famosa pistola TT y del rifle más importante del Ejército Rojo, el SVT.
Fiodor Tókarev y su hijo
Dominio público“Contra los comunistas, los judíos y sus compinches”
Mientras que la mayoría de los cosacos defendieron su patria, algunos no estaban preparados para enterrar el hacha de guerra con las autoridades soviéticas. Sedientos de venganza contra los bolcheviques y soñando con la independencia política, algunos cosacos se unieron los alemanes. Se crearon unidades de cosacos en las tierras ocupadas de Kubán y Don, con la tarea de combatir a los partisanos, mantener la disciplina y vigilar a los soldados del Ejército Rojo capturados.
Coincidiendo con el avance de la Wehrmacht en territorio de la URSS, los antiguos líderes cosacos que se habían visto obligados a abandonar el país tras su derrota en la Guerra Civil volvieron a Rusia. Uno de ellos, Piotr Krasnov, hizo este llamamiento el 22 de junio de 1941, el primer día de la Operación Barbarroja: “Digo a todos los cosacos que esta guerra no es contra Rusia, sino contra los comunistas, los judíos y sus compinches que venden sangre rusa. ¡Que el Señor ayude al ejército alemán y a Hitler!”
Piotr Krasnov
Dominio públicoEl Führer, por su parte, favoreció la creación de organizaciones cosacas colaboracionistas (como la Kosakenlager) y unidades militares, ya que en la ideología nazi los cosacos eran considerados descendientes de los ostrogodos y, por lo tanto, de los arios. Esto se vio reforzado por el hecho de que los cosacos antibolcheviques emigrados a Alemania habían apoyado al Partido Nazi incluso antes de que llegara al poder.
Las unidades de cosacos de la Wehrmacht y las SS no siempre estaban compuestas exclusivamente por cosacos. Por ejemplo, una de las formaciones más importantes de este tipo el 15º Cuerpo Cosaco de Caballería, bajo el control de las SS, (que llegó a estar formado por 22.000 miembros al final de la guerra) consistía, además de cosacos, en prisioneros de guerra soviéticos que habían aceptado luchar a favor de Alemania, así como casi 5.000 soldados alemanes.
Los alemanes utilizaron principalmente a los cosacos en su retaguardia en Yugoslavia, donde lucharon contra los partisanos locales y el Ejército Popular de Liberación de Yugoslavia. Cuando la derrota era inevitable, los restos de las formaciones cosacas atravesaron los Alpes para escapar del avance del Ejército Rojo, y se rindieron a los británicos.
El 28 de mayo de 1945, alrededor de 50.000 colaboracionistas cosacos, incluidos los refugiados de las regiones cosacas, fueron entregados por los británicos a las tropas soviéticas. Bajo los acuerdos de la Conferencia de Yalta, los británicos estaban obligados a entregar a todos los ciudadanos soviéticos que habían luchado contra su propio país. Sin embargo, los británicos fueron más allá, entregando a Moscú muchos emigrantes cosacos que no eran ciudadanos soviéticos y que, por lo tanto, no podían ser considerados “traidores a la Madre Patria”. Como resultado, los líderes del movimiento cosaco colaboracionista fueron ejecutados, y el resto fueron enviados a los campos. Los que sobrevivieron fueron liberados en 1955.
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