Kandinski (1866-1944) se inició en el arte en su infancia: paralelamente al bachillerato clásico en Odessa, estudió dibujo. Estas lecciones, como él mismo recordaba, "le arrancaron de la realidad". Ya entonces, el chico intentaba encontrar combinaciones de colores inusuales; al fin y al cabo, "cada color tiene su propia vida misteriosa". Pero aun así eligió la profesión de abogado. Brillante licenciado y profesor en la Universidad de Moscú, en 1896 visitó una exposición impresionista, donde entre otras se mostraba la obra de Claude Monet "Pajar". En ese momento, su "desesperado amor por la pintura" se impuso: Kandinski rechazó una plaza de profesor privado en la Universidad de Dorpat y se marchó a Múnich.
En Múnich, Kandinski estudió en la escuela de Anton Ajbe y en la Academia de Bellas Artes, e incluso fundó la asociación Phalanga y su propia escuela. Viajó mucho por Europa, experimentando con estilos, tratando de encontrar su propio lenguaje. También visitó Moscú. Visitaba regularmente a sus parientes en la casa de Abrikosov, en la urbanización Ajtirka, cerca de Moscú. A principios del siglo XX, esta finca era una de las pocas de estilo imperio. A los artistas les gustaba venir aquí a dibujar bocetos. Más de una vez Kandinski también pintó la finca: la iglesia de Nuestra Señora de Ajtirka y la mansión de los Trubetskói.
Continuó sus experimentos en Suabia y luego en Murnau, donde también creó una serie de paisajes. En 1901 conoció a la joven artista Gabriele Münter. En 1909 compraron una casa en Murnau, donde se dedicaron a la creación. Pintó muchas veces vistas de la ciudad, abandonando gradualmente la subjetividad y gravitando cada vez más hacia el expresionismo.
No por casualidad Kandinski decía que cada color tenía vida propia y creía que cada matiz y cada forma podían sonar como música. Para él, la paleta era un organismo vivo, una estrofa de la que surgía una sinfonía de color y sonido. Se esforzaba por deshacerse de la forma y plasmar en el lienzo sentimientos e impresiones. En 1910 creó una acuarela sin trama dominada por exuberantes amarillos, verdes, rojos y negros. Fue su primera obra completamente abstracta y marcó el inicio de una importante tendencia en su arte.
En 1911, junto con el artista Franz Marc, formó la asociación "El jinete azul". Sus participantes no se limitaban a crear, sino que experimentaban, revelando las propiedades asociativas del color, la línea y la composición. El resultado de sus búsquedas fue su libro "Sobre lo espiritual en el arte", en el que el artista contemplaba que "la pintura es un lenguaje que habla a nuestra alma del pan de cada día en formas que le son propias". Mientras trabajaba en un cuadro, Kandinski seguía su imaginación y trasladaba al lienzo todo lo que aparecía en su mente. La obra no tenía título, parecía ser algo más complejo: composiciones. La enorme obra de 1913, de dos por tres metros, parece "absorber" al espectador: un nuevo mundo pictórico en el que la música de las esferas y los trazos afilados expresan alarma por el mundo cambiante y especulación sobre el Apocalipsis.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, Kandinski regresó a Moscú. La ciudad fue para él una fuente de fortaleza. Su estudio tenía vistas al Kremlin, que decidió pintar sobre lienzo. Para captar correctamente los matices, salió por la noche a estudiar las iglesias del Kremlin desde el ángulo adecuado: así, poco a poco, iglesias, casas de vecindad, chimeneas de fábricas, pájaros volando por el cielo, un arco iris resplandeciente -toda una orquesta de la ciudad- fueron apareciendo en el cuadro.
Tras la revolución, Kandinski participó en la creación del Museo de Cultura Pictórica, impartió clases y elaboró un plan de estudios especial para estudiantes basado en el análisis del color y la forma. En 1919 pintó "El óvalo blanco", en el que utilizó el principio del "cuadro en cuadro", transformando un plano negro en fondo para el óvalo blanco, en el que se sitúan los demás elementos de la composición.
No todos sus compañeros artistas compartían esta opinión: Alexánder Ródchenko, Varvara Stepánova y Liubov Popova reprochaban a Kandinski su irracionalidad. No todo convenía al artista: la penetración de la ideología en el joven arte soviético le parecía hostil. En 1921 se marchó a Alemania, donde iba a fundar una sucursal de la Academia Rusa de Ciencias del Arte. Nunca regresó a Rusia.
Tras instalarse en Alemania, ingresó en la escuela Bauhaus. Su enfoque creativo se transformó: en lugar de una pintura intuitiva, el artista creaba elementos individuales, combinándolos en composiciones lineales. No sólo experimentó en el estudio, sino también en el teatro: en el Friedrichtheater de Dessau, Kandinski puso en escena cuadros de una exposición con música de Mussorgsky, y él mismo creó la escenografía. En 1932, la obra de Walter Gropius fue clausurada por los nacionalsocialistas cuando llegaron al poder. Él y su esposa Andréievskaia se marcharon a Francia. En Alemania su obra fue calificada de arte degenerado.
A finales de la década de 1920, Kandinski conoció a Solomon Guggenheim. El empresario y coleccionista se llevó de Alemania varias obras del artista, entre ellas Composición VIII. Su relación continuó cuando se marchó a Francia. En 1936, en Neuilly-sur-Seine, Guggenheim adquirió su composición “El indoblegable y el doblado”, pintada al óleo con una mezcla de arena. El cuadro fue a EE UU, donde se expuso con bastante frecuencia, pero en 1964 el Museo Guggenheim vendió 29 obras de Kandinski a museos europeos y colecciones privadas. Desde entonces, no se supo nada del cuadro hasta que salió a subasta en Christie's en 2016. Se vendió por 23,3 millones de dólares.
Francia recibió al artista con frialdad: el arte abstracto no estaba de moda. Aun así, Kandinski siguió experimentando con la técnica y la forma. Mientras Alemania prohibía exponer sus cuadros y los confiscaba de los museos, él seguía creando en Francia. En 1939 crea una de sus últimas obras: "Composición X". En 1944 expuso por última vez en la Galerie L'Esquisse: murió en diciembre de ese año.
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